El interés compuesto se produce cuando una inversión aumenta exponencialmente en valor con el tiempo. El crecimiento es exponencial porque tanto la inversión principal como los intereses continúan generando intereses. Por ejemplo, si una persona invierte 20 000 € en una empresa y gana el 25 % en su inversión en el primer año, al final del año, su inversión tendrá un valor de 25 000€. El año siguiente, son los 25 000 € completos los que generan el mismo interés, lo que eleva su valor a 31 250 €. Eso significa que, con el interés compuesto, la cantidad neta obtenida de intereses cada año es mayor que el año anterior.
El interés compuesto es una herramienta principal en la gestión del dinero. Cuanto más tiempo deje una inversión sin cobrarla, más dinero podrá ganar con su inversión inicial. La mayor ventaja de las ganancias exponenciales en lugar de las ganancias lineales es que si la ganancia fuera lineal, el aumento neto se mantendría igual en todos los períodos. Es decir, si una persona gana 2000 € en intereses por año, ese es el aumento, sin importar cuánto dinero haya en la inversión en ese momento. El interés compuesto, por otro lado, asegura que cuanto más valga la inversión cada año, mayor será el aumento neto. Como resultado, se recomienda a los inversores que dejen tanto el capital como los intereses ganados en la inversión, y que vean su crecimiento más rápido que si solo mantuvieran el capital.
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